viernes, septiembre 7

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Amorvozos en Iztapalapa, con todo y la violencia... Je.

Pues nos vemos en un rato...
 
Y para un pequeño botón: una muestra...
 

 
 
Casandra, recorro nuestra casa impregnada de ti, me acerco a tu silla favorita y adivino tu cuerpo, ¡ah divino tu cuerpo! Te imagino sentada y semidesnuda, mostrando tus senos redondos, mientras acomodas tus cabellos, y tus piernas se mueven seductoramente invitándome a recorrer lo suave de tu piel y lo ardiente de tu ser.




Habito los recuerdos, Casandra, para acercarme a ti.





Me aproximo lentamente, beso tu boca con sutileza, me abrazas y nuestros labios se unen con dulzura, a veces con fuerza, con malicia, con regodeo. Tu fragancia me cubre y exacerba mi deseo. Mis dedos como orantes buscan cada rincón para adorarte. El baile de caricias se mueve a varios ritmos. Tu mano juega cadenciosa cerca de mi vientre. Nos visten las palabras, nos envuelven los gemidos. El baño de placer se esparce irreprochable. La urgencia muda en calma. ¡Cuánto extraño tu cuerpo! ¡Cuánto sufro tu ausencia! ¡La muerte es implacable: causa dolor perpetuo!




Habito los recuerdos, Casandra, para acercarme a ti.





Miro el sofá y aparece tu sonrisa, Casandra, tu mirada llena de porvenir, tus brazos  extendidos reparten esperanza y tu boca lanza entusiasmo, profecías, anhelos, enojos, tristezas, que compartíamos en las noches lluviosas, como esos sueños nuestros que tejíamos al amanecer, en esa charla inmensa que los enamorados siempre suelen tener.




Habito los recuerdos, Casandra, para acercarme a ti.





Paseo en toda la casa con esta angustia eterna. Sólo me cobija tu aroma impregnado en las sábanas, en la cama, en la mesa y en cada uno de los objetos que llenaron poco a poco este espacio hasta crear nuestro hogar. Hogar que hoy me ahoga, hogar que hoy es hoguera, Casandra.

 
Habito los recuerdos, Casandra, para acercarme a ti.



Abres la puerta y te veo entrar. Tu silueta aún está vestida de tristeza, pero dibuja coquetería. Estás ahí Casandra, cerca de mí, y yo lejano te miro desde este espacio etéreo: sumergido en la nada habito los recuerdos para acercarme a ti.
 
Jorge Enrique Escalona del Moral.
 
 
 
Y una joya que acabamos de conocer:
 
Ultrasonoro
 
 
mi matriz vibra
como pisadas
como una explosión
de músculos lisos
no fibrosos
no vacíos
me recuerda lo que se siente ser mujer

hay una semilla en mi útero
no germinará
como sol
ni como planta
ni como noche
es una semilla
de carne inerte
me recuerda lo terrible de ser mujer

hoy descubrí
que mi sangre se acumula
que se queda estancada
y se hace lodo
mi sangre lodosa me brota en semilla estéril
me recuerda la miseria de ser mujer

mi hijo no nato se retuerce en mi matriz
y las constelaciones en mis pezones hoy están extintas
susurraron
con la semilla|sangre|lodo de mi matriz convexa
que hay una semilla en mi útero
no crecerá
no será pájaro
no será una piedra preciosa expulsada por mi vagina
me recuerda que ya no quiero ser mujer

y
que
ya no hay nada volcánico en mi cabello
que me secaré
como arcilla
al sol
como mis hijos
al descubrir que mi útero me odia
que me quedé inelástica
inexacta
imbécil
me recuerda lo infernal de ser mujer

y
que
el aguacero endometrial se secará
como mis ojos
como mis huesos
como mis senos
como la salud de mi matriz cóncava
que hoy
hospeda a una semilla de carne lodosa
que no brotará
que secará mi océano de leche
y
que
al final
la semilla|carne|sangrante en mi útero apestará todo
mis oídos
mis cejas
mis falanges
mi cuello
y recordaré en llamas que no puedo ser mujer
expulsaré pluvial lava
porque no quiero ser nada
 

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